No hay más en mí
nada de cuerpo
y a mi ocaso te amarras
como fuego exangüe
o el recuerdo
Te extiendes
y destierras
las entrañas de los cielos
Ahogada
sin aire
tu piel florece
en los pantanos
Tu capullo abres
y pestes en miasma
bañan bosques sin geografía
Haces provecho
al ceñirte a lo que huye
Viajas con la angustia
te advienes de lo insano
Tocas de nuevo el río enfermo
y un niño te llora
a mano abierta
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